• Sáb. Ene 18th, 2025

La huella de carbono de la IA: potencia y riesgos

Un artículo del Instituto de Tecnología de Massachusetts exploró  las consecuencias ambientales de la IA generativa y plantea interrogantes sobre su sostenibilidad a largo plazo. ¿Podemos aprovechar los beneficios de la IA sin comprometer nuestro planeta?, es una de las interrogantes que aborda este trabajo.

La IA generativa, a pesar de sus prometedores avances, tiene un lado oscuro: un alto impacto ambiental. En el texto, advierten que el entrenamiento y uso de modelos como GPT-4 demandan enormes cantidades de energía y agua, lo que genera emisiones de carbono y agota recursos naturales.

Indican, además, que los centros de datos, esenciales para la IA, consumen electricidad a un ritmo vertiginoso, alimentando la demanda de combustibles fósiles. Además, la fabricación del hardware necesario, como las GPUs, implica procesos contaminantes y de gran consumo energético.

En el texto, mencionan a Noman Bashir, becario de Computing and Climate Impact Fellow en el Consorcio sobre Clima y Sostenibilidad del MIT (MCSC) y posdoctorado en el Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (CSAIL) quien abunda sobre la densidad de potencia que requiere la IA generativa.

«Básicamente, es solo computación, pero un clúster de entrenamiento de IA generativa puede consumir siete u ocho veces más energía que una carga de trabajo de computación típica”, dice.

 

En la misma línea que el MIT ha fijado posición el Programa para el Medio Ambiente de la Organización de Naciones Unidas, quien en septiembre de 2024, advirtió sobre los desechos de equipos eléctricos y electrónicos que genera la proliferación de centros de datos que albergan servidores al tiempo que destacó el consumo de grandes cantidades de agua, que cada vez escasea en muchos lugares.

Aprovechar lo bueno, mitigar los riesgos

La instancia  de la ONU advirtió también que la IA también «depende de minerales críticos y elementos raros, que a menudo se extraen de forma insostenible. Y utilizan cantidades masivas de electricidad, lo que emite más gases de efecto invernadero que calientan el planeta».

El PNUMA destaca que si bien la inteligencia artificial se presenta como una herramienta poderosa para abordar diversos desafíos ambientales, y que ellos mismos la emplean para monitorear instalaciones de petróleo y gas e identificar emisiones de metano -un potente gas de efecto invernadero-, la infraestructura necesaria para la IA requiere mucha energía, mayoritariamente proveniente de combustibles fósiles, lo que contribuye a la emisión de gases que calientan el planeta.

Citan como ejemplo que una consulta a un asistente virtual basado en IA consume diez veces más electricidad que una búsqueda en Google.

El programa de la ONU especializado en medio ambiente ha emitido recomendaciones clave para reducir los impactos ambientales de la inteligencia artificial (IA). A continuación, se resumen las cinco principales recomendaciones:

  1. Establecimiento de Procedimientos Normalizados: Los países deben crear procedimientos estandarizados para medir el impacto ambiental de la IA, dado que actualmente existe una escasez de información confiable sobre este tema.
  2. Reglamentos de Divulgación: Con el apoyo del PNUMA, los gobiernos pueden desarrollar regulaciones que obliguen a las empresas a informar sobre las consecuencias ambientales directas de los productos y servicios basados en IA.
  3. Eficiencia de Algoritmos: Las empresas tecnológicas deben trabajar en hacer que los algoritmos de IA sean más eficientes, lo que incluye reducir la demanda de energía y fomentar el reciclaje del agua y la reutilización de componentes.
  4. Centros de Datos Ecológicos: Los países pueden incentivar a las empresas para que sus centros de datos sean más sostenibles, promoviendo el uso de energías renovables y compensando sus emisiones de carbono.