• Dom. Nov 24th, 2024

«Una computadora entregada a un colegio encierra muchas más cosas que un simple dispositivo»

 

Argentina busca posicionar su fabricación nacional y ensamblado de productos eléctricos e informáticos en medio de una pandemia que, tras dos años de vaivenes y de emergencias sanitarias, no se consigue superar. Sin embargo, el anuncio oficial de que el Estado reflotara el Programa Conectar Igualdad y que propiciara la fabricación de un millón de equipos, genera muchas esperanzas a los fabricantes locales

José Tamborenea, presidente de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel)

 

José Tamborenea, presidente de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel), conversó sobre las urgencias de esta rama de la economía, los reclamos al sector público y las expectativas para el año que recién comienza. Se trata de una cámara que nuclea a empresas que generan 60.000 empleos directos y otros 30.000 indirectos, y que plantea una discusión profunda sobre el rol de la industria nacional.

 

¿Cómo caracterizaría el período que se originó con el inicio de la pandemia, es decir, el bienio que comenzó en 2020?

Con vaivenes y con algunos serruchos, porque se recuperó la actividad, que luego se cerró y después se volvió a recuperar; idas y venidas a las que se agregaron una serie de inconvenientes o problemáticas que van más allá del escenario argentino.

 

¿Por ejemplo?

Los problemas de abastecimiento internacional, los de inflación que está estimada en el 50% en la Argentina y del 7% en Estados Unidos; además, de la suba del flete, que también impacta. Pensemos que un contenedor valía US$ 2.500 y hoy vale US$ 18.000, son cifras que dieron un salto impresionante, pero que pongo en contexto comparativo para que me entiendan. Un camión cargado con un insumo básico para la fabricación local, como es el aluminio, desde Puerto Madryn nos costaba el doble que traer un contenedor de Shanghái a Buenos Aires…

Y hay otros metales, que son más complejos de extraer o de procesar, como los de los semiconductores para la industria electrónica, que no sólo subieron de precio en hasta un 500%; sino que los tiempos de abastecimiento hoy exceden al año de espera. Y esto tiene que ver con la producción de semiconductores en el mundo y a la gran demanda por el modo en que la tecnología está cambiando la vida de las personas. Son escenarios en los que se barajó y se dio de nuevo en muchos aspectos, y que a nuestra cámara las toca porque alcanzamos a toda la industria electrónica y de energía.

 

¿Y qué pasó en materia de demanda comercial?

Cuando la gente se encerró en su casa por la emergencia sanitaria se dispararon algunos consumos, tanto los vinculados a los materiales eléctricos como a la conectividad. Y nuestro sector vendió mucho: vendió conexión, computadoras, celulares y todo lo que tuviera que ver con la electrónica relacionada a que el usuario final se garantizara una buena conectividad. En ese sentido, fueron industrias dinámicas y se acomodaron. Iluminación, por ejemplo, se vio algo más relegada porque depende mucho de la apuesta pública y sufrió mucho el parate, pero compensó luego. Además, porque existe una lógica imperante, marcada por el desarrollo tecnológico basado en la eficiencia energética.

 

Todos los factores que describió anteriormente hacen pensar que la producción local fue la gran abastecedora de la demanda interna.  

Sí, hizo que nosotros ocupáramos parte de ese espacio y que ahora se está consolidando la parte electrónica. Inclusive, con el lanzamiento de lo que fue Juana Manso o, ahora, de Conectar Igualdad nuevamente, con más de 500.000 máquinas entregadas.

 

A fines de la semana pasada, Cadieel mantuvo una reunión formal con el Gobierno, horas después del anuncio de la reedición de Conectar Igualdad. ¿Cuál fue el resultado?  

Fue una reunión de entendimiento para saber dónde estamos parados y hacia dónde íbamos. No es que ya sacamos los vectores por los que trabajar, no hay resolución sino un esquema de trabajo básico. Y podré contar algo más oficialmente, una vez que se junten los equipos de trabajo.

 

¿Y la licitación anunciada?

Se publicó, es para un millón de máquinas y estamos en revisión de eso, charlando. Hay algunas cosas que deberían haber salido y que estamos pidiendo se corrijan.

 

¿Por ejemplo?

Había un compromiso de tener una unión de partes y de piezas de fabricación nacional que impactaran sobre producto terminado más grande de lo que es un formato base de KDE que, básicamente, es sólo ensamblar. Estamos viendo que se corrijan esas cosas. Pero la idea es que alrededor de nueve o 10 empresas se acoplen; y si son más mejor para que, en el futuro, puedan ser las proveedoras de al menos las computadoras que compra el Estado a través del Ministerio de Educación.

 

El valor agregado de la industria local, empuja.

Es lógico, en toda la cadena de producción tenemos valor agregado y la contribución impositiva es mucho más grande en la fabricación nacional que en la importación y, a su vez, ofrece una menor salida de divisas. Además, implica una cadena de valor que empieza a dejar conocimientos, saberes y experiencia en el mercado local y que crea mano de obra mano capacitada y más, porque la gente que trabaja, luego, necesita mayor espacio, más energía, más conocimiento, más maquinarias, y todo eso genera una cadena de valor que derrama a otros sectores.

 

¿Se revalorizaron los procesos productivos locales?

Si, y de las capacidades locales versus el tener todo afuera; pero ya no somos los únicos que estamos viendo porque también lo vieron los países de Europa y en Estados Unidos, que están recuperando los procesos productivos que habían tercerizado en Asia o en India. Me parece que los gobiernos tomaron nota.

 

¿Cómo impactó en la industria local el vaivén que experimentó el Programa Conectar Igualdad? Me refiero a su empuje inicial y posterior desaceleración.

Conectar Igualdad comenzó con la fabricación de computadoras y las inversiones de nueve fabricantes; pero esas capacidades se perdieron en 2017, cuando se las dejó de comprar. Y, lamentablemente, esto lo pagó la pandemia porque hubo 2.800.000 computadoras que no fueron distribuidas y que hubieran significado capacidad de acceso a la educación. Y hasta se encontró un galpón con 140.000 máquinas sin distribuir, fue terrible.

Nuestra cámara perdió unos 6.000 puestos de trabajo relacionados al fin de la fabricación de computadoras, por la desarticulación del programa. Y hoy se está recuperando y no es sólo la recuperación de las máquinas para los chicos de las escuelas, se trata de la capacidad de recuperar el trabajo nacional y hoy ya implicó 960 empleos.

 

¿Se refiere al Plan Juana Manso, que involucró la fabricación de unas 500.000 computadoras?

Sí, y ahora escala a un millón de computadoras, además de la mayor participación de partes y piezas nacionales, que luego derrama en más trabajo nacional porque involucra cargadores, conectores, baterías de fabricación nacional. La proyección es generar alrededor de 4.800 nuevos puestos de trabajo.

 

¿En lo que refiere a la innovación y a la Internet de las Cosas (IoT), qué expectativa les genera? ¿Integran la Mesa nacional, llevada adelante por la SubTIC?

Si, estamos en la Mesa y tenemos gente en común que trabaja a través de la nueva Cámara de IoT. Nosotros estamos mirando más a la Industria 4.0, entre los que IoT es una de las 12 tecnologías habilitantes junto a la big data, la Inteligencia Artificial (IA), la realidad aumentada (RA), la robótica; es decir, la digitalización completa de la fabricación y la producción, porque lo demandamos para nuestras plantas y lo comercializamos.

 

¿Y, en ese sentido, qué perspectivas les abre el desarrollo de 5G y el vínculo con los operadores?

Ya vendrá 5G y por supuesto, todo esto se va a acoplar. Pero hoy los productos deben estar preparados para soportar casi cualquier tecnología, para integrarse a otras tecnologías, para dialogar con distintas máquinas y con otros elementos tecnológicos, porque básicamente lo que hacen es transmitir datos.

 

¿Cómo caracterizaría el porvenir de la industria local?

Creemos que hay muy buenas oportunidades, que Argentina está parada en un momento especial, en el que hay un barajar y dar de nuevo en muchas cosas. Un ejemplo es lo que está pasando con el hidrógeno. Somos un país seleccionado como el top 3 potencial para fabricar hidrógeno a gran escala, con eficiencia energética y con un mínimo impacto en materia medioambiental. Tenemos grandes reservas de litio y nos ubica en carrera con otros países para traer las mejores inversiones posibles para desarrollar y fabricar baterías localmente y para generar cadenas de valor asociadas. Son escenarios que no se veían hace cinco años atrás y que implican nuevas oportunidades. No estamos en una buena situación, pero somos optimistas. Llegó el momento de dar vuelta la hoja y pensar en positivo y en el lugar al que queremos ir.

 

¿Y en lo que refiere a las notebooks?

Estamos trabajando con las autoridades para encontrar el mejor esquema de precios, para que sean competitivos, para que la gente no los sufra. No queremos ser los gestores del problema, sino de la solución. Pero estamos trabajando inteligentemente con eso. Buscamos algo sostenido en el tiempo: desarrollo local, inteligencia, capacidad productiva y que no tenga un impacto negativo en la sociedad, sino en la mejora de su calidad de vida. Una computadora entregada a un colegio encierra muchas más cosas que un simple dispositivo, es el acceso al mundo digital, a la posibilidad de desarrollarse, de aprender y hasta la capacidad para votar en el futuro.