Las entidades que nuclean a las empresas de telecomunicaciones tienen la obligación de representar a sus asociados, en primer lugar, y ser multifacéticas en el abordaje de los distintos temas que involucran a la industria, aunque con una dirección y un horizonte claro que, en un punto, conduzca a esa variedad de puntos de vista y de idiosincrasias en donde cada operadora actúa. Es lo que sucede con la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet), que se mueve en el variopinto universo de las telecomunicaciones latinoamericanas donde cada país tiene su ventaja, su obstáculo, su impronta, su «no sé qué»
Horacio Romanelli, director de Asuntos Regulatorios para Latinoamérica de Millicom (Tigo), acaba de asumir como presidente del directorio de Asiet, y lo hace en un momento con dos elementos clave: pasados los dos años de urgencia de conectividad, el tema debe estar en la prioridad de las agendas para poder evolucionar hacia la reducción de brechas en distintos planos como en la transformación digital, por un lado; por el otro, encarar esta nuevas etapas en un año en el que Asiet cumplirá cuatro décadas, y que obligará a darle un marco a la tarea realizada en este tiempo.
Romanelli consideró que la brecha de la región es digital y de infraestructura en general y que uno de los desafíos para ampliar el acceso a la conectividad no es solo llegar a los lugares remotos, sino que las personas entiendan el valor de estar conectados en un contexto en el que la economía es atravesada por la transformación digital. Aludió a buenos ejemplos de procesos impulsados en distintos países que, espera, contagien al resto de la región, a la necesidad de contar con normas que alienten la inversión y los despliegues, y a la responsabilidad de las compañías digitales en afrontar parte de la inversión en infraestructura.
¿Cuál es su expectativa al asumir un nuevo rol dentro de Asiet?
Para mí es un privilegio presidir el directorio de Asiet porque es la principal y más relevante asociación de operadores de Latinoamérica. Digo esto tanto por la cobertura geográfica de todos los asociados como por la diversidad de servicios que sus asociados también ofrecen, fijos, móviles, satelitales, de distribución de señales. Es una institución que este año cumplirá 40 años de existencia. Y es sorprendente, no es fácil llevar a una institución, hacerla crecer y sembrar para ser reconocidos hoy.
¿Qué objetivos se trazó teniendo en cuenta que ya se salió de la urgencia que impuso el covid-19?
Trataremos de aportar para que la industria crezca, sea más robusta, ayudar en este diálogo y aportar en las temáticas en las que tenemos necesidad. En América, dentro de la agenda real, además de todos los retos, tenemos el cierre de la brecha digital que es una historia agridulce. Se avanzó muchísimo y es algo que tenemos que celebrar. El Covid fue una forma de mostrar, de pasar un examen, y nos dejó una lista de cosas a hacer. Evidentemente, todavía se necesita construir mucha infraestructura en la región. Somos países en desarrollo y la infraestructura es la base de ese desarrollo donde las telecomunicaciones no están ajena a eso. Entonces creo que el cierre de la brecha digital e incentivar la transformación digital de toda la región es un capítulo importante y es, probablemente, lo principal de la agenda que tengo que hacer.
La relevancia de la conectividad quedó en evidencia, ¿Cómo se empiezan a plantear las acciones a partir de ahora?
Todavía se necesita construir mucha infraestructura en la región, somos países en desarrollo y la infraestructura es básica. El cierre de la brecha es un capítulo importante, pero lo primero que tenemos que pensar es que hay dos tipos de brecha: una es la tradicional, de infraestructura, y la modernización tecnológica, porque es una industria que se tiene que reconvertir permanentemente. Ese es un tipo de brecha que tiene que ver con acceso a zonas cada vez más alejadas, donde no hay cobertura, que son marginalmente más difíciles, más dispersas, tienen menor poder adquisitivo, pero aun así se realizaron iniciativas interesantes. Esto también tiene que ver con reconvertir la tecnología que tenemos desplegada para pasar a 4G con tecnologías más desarrolladas.
La otra brecha, que quedó de manifiesto, es una brecha de uso, de acceso. Las áreas urbanas están con cobertura significativa en 4G. Sin embargo, la mitad de las personas utilizan este tipo de conexión, y ahí se ve la brecha de uso. Hay dispositivos para acceder, con precios razonables. En general se puede acceder a un smartphone, pero hay que atacar la brecha de adopción; esto tiene que ver con asequibilidad, con el manejo en el uso de Internet, la relevancia que tiene Internet en su realidad. Recordemos que la industria móvil comenzó como bien suntuario en su momento ¡y cómo se masificó! Esto sucedió porque los usuarios encontraron un uso productivo en sus vidas. Esto, en el caso de Internet, todavía no se ha logrado del todo. No está esa relevancia en las personas, posiblemente por los contenidos, por los usos productivos.
Los pequeños prestadores fueron actores clave para alcanzar a las poblaciones más alejadas, ¿Cómo imaginan su rol en relación con lo que hagan las grandes operadoras?
Creo que la conectividad es un objetivo común, por eso todos tenemos que ser parte de la solución y todos aportamos a estar más conectados. Me alegra cuando me dice que hay muchos operadores que haciendo cosas muy interesantes en temas de conectividad y creo que suman a un objetivo común. Tenemos que encontrar formas de innovar para poder generar asociaciones privadas, y público-privadas, para encarar esta conectividad y esta reconversión tecnológica. En algunos casos también tenemos mucha fibra óptica y además vamos a invertir en 5G. Todavía no llegó el momento cúlmine para la explosión del 5G en la región, pero cuando llegue vamos a tener que reconstruir mucho de esa fibra óptica que ya está incluso desplegada, que tiene una topología para una red 4G y va a tener que ir a hacia una red 5G que distinta.
Entonces no solo es llegar con la red en lugares donde no está, sino que también habrá que reconvertir la propia red que hoy tenemos, modernizarla para adecuarse. Y por eso digo que, primero, se necesitan todas las manos, porque no son suficientes, son escasas y todo el tipo de asociación y colaboración va a ser positivo. Esto es un objetivo común, es un objetivo de todos. A veces cuando hablamos con el Estado es lo primero que decimos, ¿no? El Estado tiene el mismo objetivo que yo no tratar de conectar a más personas. Ese es mi negocio y es el interés del Estado. Es el cómo nos organizamos para que eso pase.
A partir de la pandemia, muchos países tomaron la decisión de declarar a Internet como un servicio público, ¿alcanza con eso o necesita ser acompañado por otro tipo de regulaciones?
Hay un gran reto desde los gobiernos para hacer política pública, modernizarlas, porque los marcos normativos están obsoletos, algunos tienen más de 20 años, era otra la realidad, si bien ciertos principios siguen estando. Venimos hablando en cómo reducir la brecha, y son cosas que tratamos de trabajar para que las normas sean pro-inversión: esto no quiere decir que sean para mimar al sector, sino para facilitar la inversión, y eso tiene muchas aristas. Una es que faciliten el despliegue de infraestructura, pero también que sean asequibles y que esté disponible el espectro, porque si hacemos que el espectro sea caro le ponemos más piedras a la mochila del consumidor. Y esto provoca que sea más lento el despliegue porque el Estado toma una parte de ese valor y es un mal negocio para el Estado, porque es bien sabido que las telecomunicaciones son un multiplicador de la economía. Esto tiene impacto transversal en toda la economía, para que vaya ganando productividad, sus servicios sean mejores, más accesibles a la gente, porque de lo contrario el costo lo paga la sociedad, y es el nudo que queremos desatar. A veces no está disponible el espectro, a veces está. Hay que plantear estructuras de mercado razonables para cada segmento, porque la excesiva competencia también desincentiva al sector y no llegan las inversiones. Son todas cosas para trabajar por la sostenibilidad de la industria, eso tiene que ver con previsibilidad de normas, con marcos sobre los que venimos hablando, y esas son las reformas de política
¿Y la industria hace alguna autocrítica sobre en qué debe trabajar para que esto suceda?
Yo tengo una mirada positiva. Hubo avances. Colombia es un ejemplo, donde hay modernización regulatoria, con instrumentos de trabajo dinamizadores como los sandbox. Son buenos ejemplos. O las que está teniendo Costa Rica sobre cómo hacer su siguiente reforma al sector. O el avance que se vio en la licitación 5G en Brasil donde se priorizó la infraestructura a la cuestión recaudatoria. Quiero usar esos casos para seguir contagiando a la región. Tal vez los períodos cortos de quienes están en las reguladoras impiden que las políticas se continúen, que no se pueden plantear agendas de largo plazo. Ese es el reto. Nos tenemos que sentar a hacer agenda de largo plazo porque la inversión es de largo plazo.
¿Debería entonces transformarse el rol de los reguladores en relación a los tiempos de quienes los dirigen?
Algunos son más institucionalizados y se respetan los términos y otros no. Cuando van cambiando los reguladores todo empieza otra vez, se rompe la agenda… Una persona que está a cargo viene con nuevos planes, nuevas ideas y entonces avanza muy despacio, lastimosamente. Pero creo que tenemos buenos ejemplos en la región y espero contagien a toda la región en general.
¿Cómo ve el despliegue de la infraestructura en la región? ¿Va a ser parejo o va a depender de las condiciones tanto regulatorias como macroeconómicas?
Tiene dos partes esta pregunta. Una es la demanda, o sea, hay una demanda real. La gente necesita conexión, el mundo no tiene vuelta atrás, es un mundo conectado. También sabemos que la economía va a ser digital en una gran proporción. Dependerá de la demanda, que está ahí y hay que satisfacerla. La economía va a ser digital, porque es más productiva así. Como contracara tenemos las regulaciones. En algunos países la vida es más tranquila, y en otros, más complicada. Y eso hace a los cambios y a la previsibilidad. Vimos un debate importante en el despliegue de 5G en la región, que está empezando a aparecer y que celebramos, pero hay que pensar si es el momento para esa tecnología en cada país. Porque traerá casos de negocios que no están probados y van a distraer el foco de que la gente esté conectada. Algunas empresas están listas para ser conectadas y otras no. Sí es seguro que mientras más se adopte la tecnología en la vida productiva, la economía va a favorecerse. Las telecomunicaciones dan esa autopista para que transiten con mayor velocidad para que sus productos y servicios se puedan vender de mejor manera. Por eso la insistencia en la previsibilidad regulatoria, porque a veces las regulaciones pueden no ser perfectas, pero sí previsibles. Hay que tener en cuenta que nosotros enterramos la inversión, una vez que se pone la fibra está ahí. La demanda va a estar, por un lado, y por el otro, si las normativas son pro-invesión, previsibles, las dos harán una buena pareja. Si no acompañan no tendrá la velocidad que se necesita.
¿Es optimista sobre el rol que puede llegar a adquirir la industria de las telecomunicaciones en su vinculación con los gobiernos y con el resto de las actividades productivas?
Va a ser necesario que sea así. Hablábamos de que la economía va a ser digital. Esa es una verdad. Entonces vamos a llegar ahí antes o después. Eso no va a ser en función de cómo nos podamos poner con los stakeholders de cada país. La conectividad tiene que llegar, las inversiones van a llegar en la medida que haya otras regulaciones razonables. Eso es lo que tratamos de hacer desde Asiet. Este diálogo público-privado es para que el Estado vaya entendiendo que es un buen negocio estar conectados.
¿Cómo siguen casos como el de la Red Dorsal de Perú que está en tiempos de definiciones?
La Red Dorsal es un ejemplo de cómo hago más eficiente el despliegue de infraestructura. Son formas de buscar eficiencias en llevar la infraestructura a la gente.
¿Y cuál es la posición respecto al rol que las compañías digitales tendrían que asumir en cuanto a inversiones en infraestructura, tal como vienen reclamando las operadoras europeas?
Pensemos en la cadena de valor del sector: tiene muchos eslabones. Dentro de ellos podemos señalar a dos relevantes, uno los proveedores de equipamiento, y otros lo que hacen su uso intensivo, los OTT en sus diversos formatos. Si la conectividad es negocio de todos tienen que haber mecanismos que incorporen a estos elementos de la cadena para que colaboren en esta conectividad. Es un beneficio para todos; para ellos es mejor si hay más gente conectada. Y esto tiene que ver con regulaciones atrasadas, innovaciones tecnológicas que no están reguladas y toca ese update regulatorio. No tienen que estar hiper-reguladas pero que tienen que colaborar en la conectividad, sin dudas, porque hay responsabilidades.